Que funcione Internet es casi un milagro. Son tantas las cosas que pueden fallar, que llama la atención que la mayor parte del tiempo funcione sin mayores inconvenientes.
Pero las fallas ocurren: shit happens!
Hasta ahora estábamos acostumbrados a realizar nuestro trabajo en los locales de FQ y acceder a Internet desde allí. Pero en los últimos tiempo se ha hecho necesario para muchos trabajar desde nuestras casas y, en el mejor de los casos, acceder a datos o equipos que se encuentran en FQ.
No es lo mismo acceder a un recurso que se encuentra dentro de la red de FQ, desde los mimos locales de FQ, que desde nuestras casas.
En la primer situación estamos trabajando en la misma red local y por lo tanto podemos aprovechar la velocidad de la red local. Cuando accedemos desde nuestras casas, tenemos que salir de nuestra red local hogareña, transitar por Internet e ingresar a la red de FQ. La velocidad de transferencia de datos y la latencia de respuesta no es la misma.
Cuando trabajamos en la red de FQ, el cuello de botella es la velocidad de transferencia de datos de la red local, que habitualmente es de 1Gbps (1 gigabit por segundo, algo así como 100Mb/s). Sólo cuando salíamos a Internet desde la red de FQ es que el cuello de botella se reducía a 100Mbps (10Mb/s).
Si ahora accedemos a recursos dentro de la red de FQ, el cuello de botella puede ser nuestra velocidad de acceso a Internet. Eso depende del servicio que hayamos contratado y el tipo de tecnología sobre la que ese servicio esté basada (fibra óptica, par de cobre, etc.).
Tampoco es lo mismo acceder desde mi red hogareña a Internet, si sólo soy yo quién está usando la conexión de Internet a si la estoy compartiendo con el resto de mi familia. Si la abuela está mirando la novela en Netflix, el nene está jugando a un videojuego por Internet con sus amigos y la nena está viendo videos de Youtube o escuchando música por Spotify, todo ello consume el mismo ancho de banda del servicio que hayamos contratado y constituyen una “competencia” por un recurso finito.
Es como si queremos darnos una ducha y alguien se pone a regar el patio y otro prende el lavarropa. El caño de OSE tiene una capacidad finita de entregar agua y si competimos por el mismo recurso, rápidamente saturamos la capacidad y a nadie le alcanza